Miyajima

Probablemente el lugar más hermoso de Japón . También llamada la isla dedicada a las diosas o la isla "templo".


Salida en ferri de Hiroshima.






Llegada a la isla.



Tori de la entrada al templo.

La leyenda cuenta que la isla ya se consideraba un terreno sagrado en el remoto siglo VI. El culto primitivo estaría indicado con poco más que un árbol o una piedra abrazados por un cordón sagrado, el sintoísmo más básico y desnudo, la mínima expresión de la religión de la naturaleza. Después se levantaría un pequeño templo, pero el gran santuario de Itsukushima vino después durante uno de los episodios fundamentales de la historia japonesa.

Hay que retroceder al siglo XII, al último capítulo de la fina y decadente Kioto, con sus competiciones de poesía en la Corte y su desenfrenada búsqueda de poder y placer. Después de un largo periodo dominado por la familia Fujiwara, el clan Taira había ascendido al trono y controlaba la ciudad. Pero el cambio de dinastía no aplacó los ánimos renovadores y, como un tifón, la fuerza de los samuráis del clan Minamoto, guerreros inquebrantables ajenos al espíritu de la Corte y hastiados de la corrupción de la capital, desafiaba sin descanso el viejo orden. Las dos familias pelearon a lo largo y ancho del archipiélago durante varias décadas, una batalla épica en la que no se descuidaba ni un detalle, el color de los vestidos de los guerreros según tenían a bien los adivinadores, la muestra de respeto a las virtudes del contrario, los abanicos, la poesía de las espadas narrada por los monjes ciegos acompañados por el biwa, una especie de laúd.


Durante la huida desde el Este hasta Kyushu, donde el niño-emperador fue lanzado al mar por su madre y se escribió el epitafio al espíritu de Kioto, Konomoyori de Taira ordenó en 1168 la construcción del edificio principal de Itsukushima, un tributo a los dioses. Cuando el guerrero ya se había convertido en monje, el santuario adoptó su forma definitiva. En 1996 fue catalogado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.






Acorde con el estilo Shinden, cuyo máximo exponente es el palacio imperial de Kioto, Itsukushima consta de un edificio principal con otros 37 pequeños y uno externo con 17 bloques. Estructurado en torno a largos corredores y como el resto de la isla con madera como materia prima esencial, natural o pintada de rojo, la clave de su atractivo es su ubicación frente al mar y sobre la playa. Cuando sube la marea, el santuario y el gran torii que marca la entrada al recinto sagrado y recibe a los visitantes, uno de los símbolos de Japón, parecen flotar sobre el agua.


Templo Itsukushima

Entre los faroles que cuelgan del techo cada pocos metros, el viajero camina descalzo sobre la madera por las galerías, rodeado de agua y el musgo que se formó con la humedad de los años. Es el pequeño milagro de Itsukushima, el agua, lo que lo mantiene vivo con olor a salitre marino, con su espíritu intacto a pesar del fuego de los siglos.

Todo esto se llena de agua con la marea alta.
















Dicen que desde tiempos remotos la gente ha sentido la espiritualidad que se respira en Miyajima. Su construcción data del año 593. E lugar fue elegido por la diosa porque vio claramente en él el emplazamiento ideal para un templo. En 1207 sufrió un incendio devastador, reconstruyéndose alrededor de 1223. Con dicha restauración sus proporciones cambiaron. En 1325 sufrió otra tragedia: el paso de un tifón, que asoló el templo. Reconstruído otra vz entonces, tomó la apariencia que conserva hoy en día.


Lugar de ensueño y con mucha historia.